lunes, 28 de diciembre de 2009

Darse algo de ánimo




En Costa Rica damos espacio a la crítica, a los cuestionamientos y a la sospecha. Muchas veces lo negativo llena nuestras cabezas más que aquellos asuntos que, como sociedad, nos dan aliento. Por eso quiero hacer una reflexión de aquellos aspectos por las que, como país, deberíamos sentirnos orgullosos ante el mundo y las pasadas generaciones. Nunca está de más darnos algo de ánimo antes de comenzar un nuevo año.

Como joven costarricense, que tuvo la oportunidad de estudiar economía y finanzas en Inglaterra, permítame compartirle una breve reflexión sobre lo que la sociedad costarricense significa ahora para mí, luego de haber compartido durante algún tiempo con gente de muchas partes el mundo. A mi criterio, Costa Rica tiene una de las sociedades más vanguardistas en el mundo. Mi conclusión final giró en torno a tres ejes que son muy difíciles de armonizar al mismo tiempo: la paz, la protección ambiental y la solidaridad. Y por ello el motivo de este artículo de reconocernos a nosotros mismos como gente especial.

Costa Rica puede sentirse orgullosa de ser una nación pacifista, verde y con un amplio sentido de la solidaridad. Esta combinación de factores no es fruto de la casualidad. Por ejemplo, en Costa Rica abolimos el ejército, resolvemos los problemas sociales hablando y hasta vemos con malos ojos aquellos que hablan de armas. Las fuerzas militares simplemente son exóticas para los costarricenses. Y aún resulta más sorprendente para los extranjeros saber que un país no le teme a que lo invadan porque ha sabido llevarse bien con sus vecinos.

La cuarta parte del territorio nacional es protegido. Alrededor del 5% de la biodiversidad del planeta es conservada en nuestros bosques y contamos con una agresiva política conservacionista. En definitiva, Costa Rica ha demostrado que darle un espacio a la naturaleza es posible.

Asimismo, contamos con un sistema que prioriza las garantías sociales, la educación y la salud para la promoción de oportunidades para los que menos tienen. Esta solidaridad se manifiesta fuertemente en la respuesta de la sociedad civil luego de algún desastre natural. El tico tiene un corazón solidario.

La relevancia de estos factores “a la tica” trasciende aun más si estos principios los elevamos a una escala global. Solamente imaginemos como sería el mundo si Irán fuera menos beligerante, China menos contaminante, o Estados Unidos con un sentido más amplio de cooperación internacional. ¿No sería acaso el mundo un lugar mejor?

Ciertamente, Costa Rica tiene razones para celebrar y considerarse a sí misma exitosa en su intento de ser diferente, para bien, ante el resto de naciones. No por coincidencia la agencia británica New Economics Foundation (NEF) situó a Costa Rica como el país más feliz del mundo durante este año.

Estas virtudes descritas anteriormente también son ventajas competitivas que permitirán el desarrollo del empresario nacional y la atracción de inversión extranjera. Creo que tenemos las condiciones para ser un modelo ejemplar a seguir en el mundo. Visualizo el hecho de caminar la vía que tomó Irlanda o Singapur, pero más verde y enfatizando más un estado social inclusivo y generador de oportunidades para todos. Definitivamente, sería reconfortante escuchar en un tiempo, por parte de otras naciones: “vamos a hacer las cosas como los ticos las hicieron”.

Publicado en:
http://www.diarioextra.com/2009/diciembre/31/opinion04.php
http://wvw.nacion.com/ln_ee/2010/enero/04/opinion2212370.html
http://www.prensalibre.cr/pl/comentarios/16457-darse-algo-de-animo.html
http://www.larepublica.net/app/cms/cms_periodico_showpdf.php?id_menu=50&pk_articulo=32306&codigo_locale=es-CR

domingo, 5 de julio de 2009

La conveniencia de la regionalización


¿Qué tan atractivo le es el concepto de Centroamérica como región? ¿Cómo uniría una región con una población de 38 millones de personas con una reciente historia marcada por graves heridas de la guerra, corrupción y desastres naturales?
Centroamérica por demás es una zona desigual. Según datos estadísticos de SIECA (2009), la diferencia del PIB per cápita entre Costa Rica y el promedio de la región es de dos a uno; sin mencionar que la diferencia más extrema es de cinco a uno con nuestra vecina Nicaragua. He aquí un reto en el cual una relativa cercanía y una lengua común parecen ser de poca ayuda.
Consolidar a Centroamérica como región va más allá de una armonía institucional-política como pretenden algunos. Es una lamentable visión simplista que obvia los problemas de fondo como la pobreza, narcotráfico y el crimen. Unir a Centroamérica bajo esta pretensión resultaría una perdida valiosa de esfuerzos. No tiene sentido constituir una diplomacia sin vinculación efectiva. Su alcance no irá más allá que seguir sentados en la silla de la pobreza y la desigualdad.
¿Dónde está la ventaja de unirse entonces? La ventaja aún no existe, habrá que construirla. El reto está en consolidar un potencial mercado de 38 millones de personas en un área del tamaño de Suecia. Comerciar con relativa cercanía entre economías similares ha sido uno de los motivos de éxito en Europa. No obstante, esta construcción deberá de darse sobre dos pilares en particular: integración económica e integración cultural. La integración económica no se debe limitar a una armonización aduanera, debe ser visionaria y promover proyectos regionales de infraestructura, comunicación y transporte Nuestras mercancías y negocios deben ser más rápidos y eficientes. Paralelamente, un Estado responsable deberá de invertir en educación, salud y seguridad para garantizarle a la población el acceso a las oportunidades.
Por otra parte las malas percepciones entre naciones podrían privar intentos futuros de asociación. La integración cultural jugará entonces un papel decisivo. La diversidad cultural debe ser un punto de encuentro para generar empatía y buena voluntad hacia con quien vemos una oportunidad de regionalizarnos. Poco haríamos en tratar de construir una región si existen recelos marcados y falta respaldo popular para la integración
Una vez que alcancemos la consolidación en nuestro desarrollo económico podremos actuar más efectivamente como región en temas políticos. Para entonces será tiempo de hablar de políticas sociales regionales, no antes. Como centroamericanos no debemos dejarnos llevar por espejismos diplomáticos de poca relevancia. Priorizar nuestro bienestar económico debe de ser el sentido común. Para entonces, la ventaja de institucionalizarse políticamente como región vendrá una vez que alcancemos el desarrollo económico sostenible conjunto.

miércoles, 21 de enero de 2009

¿Pragmatismo o ideologías políticas?

¿Cómo se evalúa un gobierno? ¿Por su coherencia hacia sus principios políticos-ideológicos?, o ¿por los beneficios y aciertos que pueda generar para la ciudadanía? La respuesta en principio parece simple. No obstante, en la realidad algunas veces se confunden los conceptos de lo ideológico con lo correcto, de lo correcto con lo útil y de lo útil con lo práctico.

Un norte ideológico político es básico para conocer el enfoque de gestión de quienes aspiran a gobernar. Se concibe incluso como la base para guiar los esfuerzos hacia alcanzar el progreso.

No obstante, las ideologías políticas resultan en la realidad ser un marco de referencia parecido a un castillo que trata de sobrevivir a los embates del tiempo. Justificándose a sí mismas con rigidez sobre su composición conceptual, y muchas veces crucificando a quienes se atreven a sugerirles cambios. Resulta ser, entonces, el eterno tema de debate y tertulia en los partidos políticos.

Pragmatismo. Sun Tzu (general chino de la antigüedad), escribió en su libro El arte de la guerra: “Por situación quiero decir que debe tomar en consideración la situación del campo, y actuar de acuerdo con lo que le es ventajoso”. Este principio de flexibilidad ha resultado ser base comprobada de estrategias exitosas en gobiernos, empresas, ONG y equipos de fútbol inclusive. El pragmatismo entendido como la no rigurosidad de pensamiento político para una efectiva toma de decisiones, resulta una posición acertada y sensata.

Los más radicales confunden el pragmatismo con la conveniencia ideológica, la incoherencia, y el oportunismo. Hacen juicios de valor ideológicos para deslegitimar acciones concretas, sin medir dichas acciones basadas en sus causas y efectos. Evidente sesgo que a la vez, resulta en un criterio incompleto. Obvian que actuar de la misma manera para distintos problemas, hace perder el sentido básico de pertenencia de la solución. Tal es el caso de gestionar una política económica hacia desregulación total o bien, hacia una completa nacionalización; último caso: la crisis financiera global.

No obstante, el pragmatismo mismo debe de estar orientado y mantener un propósito noble. Esta no-rigurosidad de pensamiento debe fundarse sobre la firmeza de los valores humanos. El pragmatismo, guiado por el respeto, la tolerancia, la solidaridad, la búsqueda del progreso y la conservación ambiental, dirige los esfuerzos de manera más apropiada para fundar una sociedad justa. No podemos obviar que, si bien la gente no come ideas, estas son las que llevan el plato a la mesa. A las decisiones hay que darles alma, pero esa alma debe tener la capacidad de discernir sobre lo que resulta adecuado en el momento.

Publicado en:
http://www.nacion.com/ln_ee/2008/diciembre/02/opinion1796501.html