lunes, 19 de noviembre de 2012

¡Si México puede, nosotros también!, consolidándose en el mercado de EE.UU.


La economía de México está creciendo fuertemente, alimentado por compañías que contradicen el cliché de que su éxito recae en recibir inversión extranjera directa (IED) para la exportación de productos baratos hacia los Estados Unidos. Más hacia el sur, Costa Rica también es buena en atraer IED y, además de microchips y ecoturismo, gran parte de la economía de Costa Rica aún depende de la exportación de productos de agricultura baratos y servicios de subcontratación de bajo costo. Ciertamente, la economía tica también está creciendo a un ritmo constante, pero el país aún debe seguir un largo camino para llegar al mismo nivel económico de México. De acuerdo al Banco Mundial, el PIB per cápita en 2011 fue 16% más alto en México que en Costa Rica. ¿Podrían entonces las compañías costarricenses cerrar esta brecha mediante la emulación de estrategias utilizadas por sus contrapartes mexicanas?


En un artículo escrito por Adam Thomson en el Financial Times, apunta a que empresas como América Móvil, Cemex, Grupo Bimbo y Televisa están expandiendo sus clientelas e incrementando sus ingresos por inversiones en su vecino del norte, dando como resultado fluidez de la IED en ambas direcciones entre los EE.UU. y México. La Oficina de Análisis Económico de los EE.UU. reporta que las compañías mexicanas destinaron 2500 millones de dólares en IED a EE.UU. en 2011. No obstante, estas empresas cuentan con algunos factores que propician su éxito, de los cuales la condición tica es aún limitada: un considerable mercado nacional que permite lograr economías de escala, un sector manufacturero fuerte, buenas fuentes de dinero para expandirse, un mercado bursátil vívido, y una geografía favorable que incluye una frontera común con los Estados Unidos. Lo rescatable del caso es que podríamos desarrollar estrategias a la medida tica que emule estos parámetros para conducir al éxito.

Adicionalmente, hay un factor compartido entre las empresas mexicanas y ticas: 52 millones de hispanos viviendo en EE.UU. Esto representa cerca de 16% de la población de los EE.UU. y para el 2050, se espera que este número llegue a 29% según el Pew Hispanic Center. Esta masa poblacional adquiere más importancia cuando la Universidad de Georgia reveló en un estudio que el poder adquisitivo del mercado hispano en EE.UU. equivale al lugar 14 a nivel mundial entre las economías más grandes del orbe. Un mercado muy atractivo por su volumen y empatía cultural para con Costa Rica.

El mensaje que debemos llevarnos de los negocios mexicanos es que sí es posible consolidarse en el mercado estadounidense. El punto de partida para aprovechar esta oportunidad es reconocer los roles de dos importantes protagonistas: el gobierno y las compañías. El gobierno debe cambiar sus políticas de una fuerte dependencia en la IED y promover más fuertemente la industria nacional. Depender de compañías extranjeras nos hace vulnerables en el caso de que estas decidan marcharse. Además, esta vinculación económica no brinda mayores beneficios como lo proveería una equivalente industria nacional. Luego, eliminar cargas burocráticas, dar acceso a créditos más baratos, ¡y ni que decir de una mejora considerable de nuestra infraestructura!

Las compañías ticas podrían también contemplar nuevos horizontes para desarrollarse. Por ejemplo, Thomson apunta que los patrones de consumo hispano en EE.UU. son leales al gusto latino. Se plantea entonces la oportunidad de ofrecer productos de calidad ticos con un atractivo que sea distintivamente latino. La falta de un mercado doméstico considerable podría ser compensada parcialmente si dirigimos la mirada hacia Centroamérica. La región centroamericana es naturalmente accesible y cuenta con 40 millones de habitantes, de los cuales, Costa Rica es una décima parte. Si accedemos a otro 10% de la población centroamericana podríamos casi doblar nuestra capacidad nacional y generar economías de escala. Consecuentemente, debemos pensar en la región como un trampolín para consolidar las compañías nacionales e incursionar en el mercado estadounidense. Además por nuestras limitaciones, la ventaja competitiva debería ser enfocada en la calidad.

El mensaje de los negocios mexicanos es claro: ¡Sí, se puede! Sin embargo, nuestra manera de pensar tiene que pasar de valorar más fuertemente la atracción de la inversión extranjera hacia un reenfoque de consolidar nuestros propios negocios. Siempre y cuando se tenga el entendido que ambos son complementarios. Este es el primer paso y es un paso mental que permitiría materializar esfuerzos. El resto vendrá con trabajo duro.

Este artículo fue escrito en conjunto con Till Möwes.
Publicado en:
http://www.elfinancierocr.com/opinion/Si-mexico-puede-opinion_0_208179213.html

lunes, 8 de octubre de 2012

Es mejor una Europa unida

En el debate internacional, se ha planteado la conveniencia de que la Unión Europea (UE) expulse a algunos de sus miembros con problemas de deuda para salvarse a sí misma. En primera instancia, la idea pareciera hacer justicia con aquellos que han llevado bien sus finanzas nacionales y un “justo” castigo para quienes se dedicaron a despilfarrar el dinero. No obstante, reducir el problema a la expulsión de algunos de sus miembros traería consigo consecuencias económicas, sociales y políticas que ninguno de sus miembros o países amigos desea. Además, limitaría el poder y potencial adquirido por la zona a través de este proyecto de unificación.


La salida de uno de sus miembros traería repercusiones directas en los mercados financieros como el incremento en la variación del precio de los bonos y acciones, la pérdida de confianza de los inversionistas y salidas masivas de capital desde Europa. Al suceder una eventual ruptura, los inversionistas sentirían inseguridad sobre las nuevas dinámicas de una economía europea que se intentaría de reinventar enfrentado barreras comerciales entre los países que se quedan y se van con una clara limitación al acceso a mercados. En el imaginario caso de la salida de España por ejemplo, la UE perdería acceso directo alrededor del 10% de los habitantes de la región con el potencial de ser la cuarta economía de la zona.

Asimismo, la expulsión de los países problemáticos implicaría el re-nacimiento de las antiguas divisas como la dracma griega o la lira italiana. Según estimados del banco de inversión japonés Nomura, Grecia e Italia llegarían a perder alrededor del 60% al 30% del valor de sus divisas; esto es como decir que necesitaríamos 250 colones para comprar lo que antes valía 100. Esto implica fuertes pérdidas económicas para la región porque los bonos de esos países se pagarían en monedas que valdrían una fracción de lo que en realidad fueron comprados. Esto dificultaría obtener capital extranjero que invierta en sus países porque ningún organismo o inversionista quiere poner sus recursos en monedas con fuertes tendencias de devaluación.

Por otra parte, la salida de estos países implicaría la revaluación del euro. Esto lastimaría particularmente al motor de la economía europea: Alemania. Las exportaciones alemanas representan alrededor de un 50% de su PIB, y encarecerlas significaría un atentado directo contra las mismas. Esto cobraría más relevancia aún si vemos que Alemania en el contexto europeo representa un 28% de su PIB. Por tanto, una potencial desaceleración de la economía alemana representa implicaciones directas negativas para el crecimiento de la economía de la región.

Por otra parte, ante la salida de países miembros, la Unión Europea disminuiría su cuota de representación en organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial. Esto deja a la Unión Europea con una capacidad reducida en la toma de decisiones sobre políticas internacionales, acceso a fondos y peor aún disminuye su poder relativo ante otras potencias como China y Estados Unidos.

El aspecto social correría riesgo también. Los países expulsados sufrirían de una alta inflación (hasta un 50% para Grecia según el banco francés BNP Paribas) y por ende lastimaría directamente el poder adquisitivo de los ciudadanos causando mucho desempleo que a su vez rebota en pobreza, crimen e insatisfacción en el sistema político. Esto da terreno fértil para que haya intentos considerables de migraciones desde los países expulsados, y la posibilidad de que extremistas políticos tomen el poder y generen inestabilidades entre las relaciones diplomáticas ya existentes.


Los europeos han reconocido que su oportunidad radica en la unión. La última acción de aprobar el nuevo fondo de salvamento por parte de los alemanes reivindica este pensamiento. Esto garantiza aplicar un eventual salvamiento a los países con mayores problemas de deuda en los próximos dos años. Los europeos han sido ejemplo en vislumbrar una integración poco antes explorada, como lo son la complementación de la integración social y política junto a la económica. El camino de la recuperación seguirá siendo lento como hasta ahora, pero de tomarse la vía alternativa de la desintegración, solo podríamos esperar que las cosas se pongan peor.

Este artículo fue escrito con la colaboración de: Fernando Cabrera, Andrea Hernández, José Paz, Jorge Ortega, Alvaro Goicoechea.
Publicado en:
http://www.elfinancierocr.com/opinion/Opinion-Fernan_Campos-Europa-miembros_0_179382101.html

lunes, 16 de julio de 2012

La sustancia de la economía de Costa Rica

El paradigma de una Costa Rica desarrollada se basa en la idea de atraer inversión extranjera, dar concesiones a la empresa privada para el desarrollo de la infraestructura pública, firmar tratados de libre comercio y educar a la población para que capitalice estas oportunidades. ¿Es un enfoque adecuado? Sí. ¿Es esto suficiente para lograr el salto a la Costa Rica desarrollada? No. La premisa que debemos sostener es que no podremos ganar la lucha contra la pobreza y alcanzar el imaginario del desarrollo costarricense si seguimos apostando por herramientas de desarrollo potencialmente volátiles. Esto porque en tanto Costa Rica no logre mantener costos competitivos y estándares de calidad y eficiencia aceptables, el costo de oportunidad de las compañías transnacionales responderá a su natural interés de buscar lugares más rentables. La orientación sugerida para diversificar el desarrollo nacional debería ser hacia fortalecer la empresa nacional. De esta forma complementaria generaríamos una fuente fresca de recursos y Costa Rica estaría menos expuesta al costo de oportunidad de las empresas extranjeras. No obstante, el país se ha enredado en sus propios mecates. Actualmente ocupamos el lugar 121 de 183 naciones como país que facilita los negocios, según el ranking de Doing Business del Banco Mundial. En comparación con las otras naciones latinoamericanas, ocupamos el bajo puesto 25 de 31. Precisamente la evaluación señala serias deficiencias en trámites para abrir un negocio, obtención de crédito y protección al inversionista. En otras palabras, el sistema costarricense no le facilita la vida a propios y extranjeros. Entonces, ¿por dónde comenzar? Primeramente se debe redefinir el marco legal para que los negocios operen. Esto es: menos trámites, digitalización de servicios, y garantías de protección al inversionista, por ejemplo. Seguidamente habrá que dotar a las empresas nacionales de buenas fuentes crediticias. Paralelamente, Costa Rica debe solidificar su enfoque en generar empresas nacionales de servicios y tecnología. Establecer este tipo de negocios es relativamente bajo, existe mano de obra con talento, y tendría el potencial del alcance internacional por la estructura existente de nuestros tratados de libre comercio. Además, en estas áreas tenemos mayor probabilidad de éxito para desarrollar nuestras ventajas competitivas como lo son la calidad y el valor agregado. Es imperativo que Costa Rica evite meterse en el juego de producir en grandes volúmenes y manufactura o producción agrícola sin valor agregado, puesto que en esto China e India son más baratos y con mayor capacidad de producción. Complementariamente, el gobierno debe proveer la infraestructura que el país urge, facilitar incentivos fiscales a las empresas nacionales nacientes y sobre todo, que detenga esa obsesión por hacer crecer el aparato estatal. De mantenerse el statu quo de la economía costarricense continuaremos siendo catalogados de una forma relativamente decente. Pero sin nuevas fuentes de riqueza, no será posible dar el salto al desarrollo. La tarea de fondo está en desarrollar y apoyar nuestra propia industria para obtener una economía más vigorosa y diversificada.

Publicado en:
http://www.larepublica.net/app/cms/www/index.php?pk_articulo=5328291
http://www.elfinancierocr.com/opinion/sustancia-economia_0_140985937.html