La marcha del 26 de febrero en contra del TLC ha dejado claro el derecho que tienen los costarricenses de manifestarse y opinar libremente, propio de un régimen democrático maduro. Tal como se mostró en la manifestación, actitudes de respeto y tolerancia, a pesar de las discrepancias por un tema puntual como el TLC, deben ser elevadas en las mismas esferas que el desarrollo nacional necesita con urgencia y amerita.
El desarrollo nacional, que tanto promotores como opositores del TLC anhelan, indudablemente debe estar amparado en dos aspectos: la consideración del desarrollo integral sostenible y una visión de futuro. Esto, en un contexto de aprovechar las oportunidades y saber involucrarnos en el mundo.
Valor agregado. Entre las oportunidades que tenemos, Costa Rica cuenta con una generación de jóvenes amplia y preparada para asumir las riendas del país (43% de la población es joven). El ímpetu del joven da valor agregado de fuerza y creatividad. Cuando estas características son aprovechadas en un esfuerzo nacional conjunto de desarrollo, se dinamizan e innovan los sectores, ayudando a ser más competitivas las industrias e instituciones.
Ante esta realidad, la juventud se debe aprovechar en un esfuerzo directo y tangible para desarrollar el país. Un desarrollo que debe estar basado en la educación, los valores, el emprender y con una visión de futuro con sentido social.
Es ahí donde oportunidades como el TLC afirman su importancia. El TLC ayuda a asegurar las relaciones comerciales con nuestro principal socio comercial, y abre la puerta a la consolidación de la inversión extranjera y de emprender. Costa Rica no es autosuficiente y necesitamos enlazarnos al mundo para crecer.
Una herramienta. Los jóvenes estamos preparándonos y empezando a asumir nuestro papel. Necesitamos también que el entorno se facilite. El TLC, como herramienta de desarrollo, es ideal para generar el panorama que la juventud requiere. Entendido como eso, una herramienta y no un intento imperialista empobrecedor de la clase obrera, como algunos opositores subversivos la tergiversan. Además, el esfuerzo nacional por lograr eficiencia estatal y generar un ambiente que propicie un desarrollo progresista integral debe ser obligatorio en este intento de consolidar al país. Desvinculados, esos aspectos no traerán la bonanza que deseamos.
Los jóvenes hoy somos los abanderados que contribuiremos a potenciar o mermar los primeros impactos del TLC, no el TLC por sí. Por eso, debemos invertir en sociedad, en juventud, y eso es salud, educación, vivienda, créditos y empleo. Los réditos de este impulso harán amanecer una sociedad con más oportunidades, más sana, próspera y solidaria para todos.
Publicado en:
http://wvw.nacion.com/ln_ee/2007/marzo/07/opinion1020319.html
El desarrollo nacional, que tanto promotores como opositores del TLC anhelan, indudablemente debe estar amparado en dos aspectos: la consideración del desarrollo integral sostenible y una visión de futuro. Esto, en un contexto de aprovechar las oportunidades y saber involucrarnos en el mundo.
Valor agregado. Entre las oportunidades que tenemos, Costa Rica cuenta con una generación de jóvenes amplia y preparada para asumir las riendas del país (43% de la población es joven). El ímpetu del joven da valor agregado de fuerza y creatividad. Cuando estas características son aprovechadas en un esfuerzo nacional conjunto de desarrollo, se dinamizan e innovan los sectores, ayudando a ser más competitivas las industrias e instituciones.
Ante esta realidad, la juventud se debe aprovechar en un esfuerzo directo y tangible para desarrollar el país. Un desarrollo que debe estar basado en la educación, los valores, el emprender y con una visión de futuro con sentido social.
Es ahí donde oportunidades como el TLC afirman su importancia. El TLC ayuda a asegurar las relaciones comerciales con nuestro principal socio comercial, y abre la puerta a la consolidación de la inversión extranjera y de emprender. Costa Rica no es autosuficiente y necesitamos enlazarnos al mundo para crecer.
Una herramienta. Los jóvenes estamos preparándonos y empezando a asumir nuestro papel. Necesitamos también que el entorno se facilite. El TLC, como herramienta de desarrollo, es ideal para generar el panorama que la juventud requiere. Entendido como eso, una herramienta y no un intento imperialista empobrecedor de la clase obrera, como algunos opositores subversivos la tergiversan. Además, el esfuerzo nacional por lograr eficiencia estatal y generar un ambiente que propicie un desarrollo progresista integral debe ser obligatorio en este intento de consolidar al país. Desvinculados, esos aspectos no traerán la bonanza que deseamos.
Los jóvenes hoy somos los abanderados que contribuiremos a potenciar o mermar los primeros impactos del TLC, no el TLC por sí. Por eso, debemos invertir en sociedad, en juventud, y eso es salud, educación, vivienda, créditos y empleo. Los réditos de este impulso harán amanecer una sociedad con más oportunidades, más sana, próspera y solidaria para todos.
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http://wvw.nacion.com/ln_ee/2007/marzo/07/opinion1020319.html